Muy difícil es hoy en día mantener la felicidad. La humanidad ha creado distintas definiciones para el término alegría, que por lo general significa únicamente no estar triste o no estar molesto.
Por lo general, nuestros seres queridos que nos conocen bien, saben cuando algo anda mal en nosotros y por supuesto, la pregunta siempre está presente: “estas bien?”. Si tu respuesta a esa pregunta es “bien” de manera seca y va con un toque de agresividad, definitivamente no estás bien. De igual manera, la tristeza puede acomodarse en la vida de manera escondida pero con el reflejo de un rostro cansado y fatigado todo el tiempo.
Es muy fácil decir que tomas a bien las cosas pero si tus reacciones son contestar con sarcasmo, ironías o de una forma golpeada, no estás siendo coherente. Eso no significa que tenes bajo control la situación o que estás siendo el amo de las circunstancias. Significa que no estás viviendo de la mejor manera, que no estás teniendo la fe necesaria, que no oles 4a Cristo. Cuántos demonios no se benefician de tu negatividad para someterte a la soledad y al alejamiento de Dios.
La alegría es una característica de cualquier cristiano real, y digo real porque muchos decimos que lo somos pero no vivimos en una coherencia. Tenemos dones que no ponemos en práctica, nos encontramos en situaciones de mucha responsabilidad social y escogemos hablar, actuar, comunicarnos de la peor manera. Un cristiano real no solamente representa a Dios cuando es tocado por el Espíritu Santo, en ciertos momentos puntuales para ejecutar una acción especifica; un cristiano real huele a Jesus siempre: refleja humildad, huele a mansedumbre, se siente la ternura de Dios en su ser; y la alegría es siempre la carta de presentación.
La alegría es una lucha. No es solamente un estado de las emociones, no es solamente un don o gracia del Señor. Es una virtud que hay que defender, contra momentos incómodos, enfermedades, molestias, enojos o cóleras, etc. La alegría se protege, se defiende y se mantiene viva con esfuerzo.
Estar alegres, sentir felicidad en el interior, responder con alegría, todo el actuar del ser humano se vuelve más fuerte cuando lo primero que saca de sí mismo es positivo. Porque al final, la alegría es el reflejo primario que esperamos en Jesús, creemos en Jesús y todo va estar bien porque estamos en manos de Jesus. ¿Por qué debe prevalecer la negatividad?
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