El primer mandamiento nos dice que las virtudes de la Fe, Esperanza y Amor son otorgadas por el Padre a través de su Santo Espíritu y no podemos crearlas nosotros, lo único que podemos hacer es pedirlas.
Pedir que se nos aumente la Fe: la habilidad de creer sin ver, la plena confianza que Dios actúa y está a nuestro lado sosteniéndonos todo el tiempo. Que se nos aumente la Esperanza: esperar en Dios, esperar en sus promesas, esperar que su gracia nos ayude en nuestras tareas y responsabilidades del diario vivir. Que nos aumente el Amor: amar a nuestro prójimo, a nuestros enemigos; amar a las personas extrañas que no conocemos pero que son afectadas por nuestras decisiones, amar a nuestros padres, hijos y demás familiares que son parte de nuestra vida sin haberlas pedido; amarlo a Él, amar a Dios sobre todas las cosas y que nadie esté por encima de Él.
Todos los días tenemos el silencioso deseo de tener estas tres virtudes de manera máxima. Necesitamos tener una enorme Fe para no perder la confianza cuando las cosas no salen como quisiéramos, cuando parece que Dios se esconde y no está presente en los momentos difíciles. Necesitamos tener una enorme Esperanza al perder cosas, al no poder conseguir lo que deseamos, al no poder defendernos con lo que tenemos en ese momento, tener la esperanza que no nos vamos a quedar con las manos vacías aunque eso signifique que todo lo que tengamos no pueda ser visto por los ojos. Necesitamos tener una enorme cantidad de Amor para amar al que nos hace daño, al que nos decepciona y causa dolor; para amar a ese familiar que le decimos “hola” solo porque tenemos ADN en común pero no porque en realidad nos agrade; amar a los que no tienen relación con nosotros pero están ahí pidiendo nuestra ayuda y necesitan de nosotros para sobrevivir. Todo en esta vida es un proceso, y el proceso de tener y actuar bajo estas tres virtudes es también un proceso pero que está bajo el dominio de Dios en gran parte.
Seria magnifico que pudiéramos hacer todo esto nosotros: construir la cantidad de Fe, Esperanza y Amor que necesitamos y lograr alcanzar el gozo y la paz porque confiamos, esperamos y amamos lo suficiente. Pero no es así como Dios lo decidió. Dios prefirió que estas tres virtudes solo fueran dadas por El y en el tiempo que El desea otorgarlas. Y si no lo han notado, presten atención: la Fe aparece cuando Dios desea que la tengamos, que confiemos ciegamente en el momento que El permite esa gracia fluir. Y es igual con la Esperanza y el Amor, tener la paz de la Esperanza, esa resignación que significa “Dios me lo dio, Dios me lo quito, bendito sea el nombre de Dios” aparece en ese punto de nuestro proceso donde Dios dice “ahora sí”. Y por supuesto el Amor aparece de la misma manera: sentir amor y dejarse llevar hacia las personas, actuar acorde al Amor que Dios hace descender en nosotros y no dejar que se apague. Gracias a Dios no se extingue el Amor a nuestros familiares, a mi esposo, a mi hijo, a mi mama, a mi papa, a mi enemigo. El Amor permanece en el grado que Dios lo permite.
Lo único que en verdad podemos hacer es tener esa relación con Dios, esas conversaciones, esa intimidad en donde yo le pido y el en su Divina Providencia me entrega en su tiempo perfecto. ‘Dame Señor Fe, Esperanza y Amor. Ayúdame Señor a confiar en Ti, en poner todo en tus manos porque no solamente existes, sino que también me sostienes y me ayudas. Auméntame la Esperanza, la paz de esperar en Ti, esa paz que me dice que todo lo que necesito saldrá de tu Santa Mano. Señor no permitas que el Amor que hay dentro de mí se pierda, que lo que yo sentí por mi esposo en aquel momento que éramos novios todavía permanezca y aumente cada día más. El Amor por mis papas, por mis hijos, por mis amigos, no se pierda nunca sin importar todos los errores que pudieron matar mi Amor hacia ellos. Mi Señor, no permitas que estas virtudes se ahoguen en los dolores que el mundo me provoca, más bien acreciéntalas cada día y que jamás me pierda por su ausencia.’
La oración que Dios no escucha es la que no se hace.
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