top of page

El Poder que Tenemos

Foto del escritor: KarenCKarenC

Cuando nos perdemos en el mundo, y nos dejamos ahogar como la tercera semilla, incluso ahí, Dios también anda con nosotros - tal vez no perdido pero nos acompaña.

Cuando somos ahogados por las preocupaciones del mundo y nos dejamos cargar con muchas cosas que al final se van a quedar aquí, dejamos de ser fértiles a la gracia y comenzamos a experimentar toda clase de dolores y males. Esos dolores se pueden manifestar de maneras en las que pensamos que nunca vamos a salir.

La crisis económica de mi casa se siente como una situación que va continuar como una bola de nieve porque entre más me endeudo, más larga se hace la espera por salir de responsabilidades. Las enfermedades que atacan mi casa son la cereza del pastel de esa crisis económica, que es acompañada por la ansiedad de saber si realmente vamos a superar esa enfermedad o simplemente vamos a perder a ese ser querido. Incluyendo también ese trabajo que pensé que sería diferente pero no, sigo viviendo la misma falta de paz, agresividad por parte de mis superiores, problemas que se dan por negligencia y yo tengo que resolver al final, etc. Ese trabajo que muchas veces me quita el tiempo de mi familia y que no me deja descansar apropiadamente. Y así sucesivamente muchas cosas más.

Aunque todo esto pueda parecer la vida siendo cruel e injusta conmigo, es indispensable observar dónde está mi parte y que puedo hacer yo para remediar un poco la injusticia del mundo en que vivimos. Una vez yo haga algo, las cosas van a cambiar, tal vez no al 100% pero se siente un cambio para bien. Cortar esas compras y salidas innecesarias; eliminar esa tarjeta de crédito que me genera más gasto que beneficio; ordenar mis prioridades; comunicarme con quien recibe algo de mi sueldo y ordenarnos. Orar por esa enfermedad; ofrecerla por todos los pecados que cometo, ver a Dios en todas las personas que me apoyan y que me acompañan en momentos difíciles; ser disciplinado con las medicinas y tratamientos. Seguir buscando ese trabajo que necesito y que me va dar todo lo que es importante en mi vida; no cargarme con cosas que no están en mis manos; ser ordenado en mis actividades; comunicarme asertivamente.

Mucho de lo que es necesario para estar mejor depende mi fuerza de voluntad y de las bases y límites que pongo en mi vida y que le pongo a las personas, ya que mucho de lo que no nos sale bien es por las personas que no siguen el plan de Dios, que no hacen su voluntad sino la de ellos. Porque Dios y yo podemos tener planes: con el dinero, con un trabajo nuevo, etc, pero si las personas con las que convivo, que son parte de mis actividades, no siguen lo que Dios les pide, muy probablemente frustren mis planes, lo que yo esperaba, lo que Dios quería para mi. Esto y mucho más puede salir mal, pero es necesario separar, reflexionar, entender: que Dios no tiene la culpa, que Él no quiere que yo esté mal, que Él está apoyándome y acompañándome, escuchando mis plegarias y lo que deseo. Dios se pone tan triste como yo cuando las cosas no se dan como se debe, cuando hay que seguir arreglando y buscando porque las cosas no funcionan. Dios no es mi enemigo, es quien me ayuda y ama.

Pasa que a veces le preguntamos “porque lo permitiste?” y nos alejamos. Pero cuando ese hueco en el pecho se vuelve mas y mas pesado porque dejamos a Dios de lado pensando que Él es el culpable, nos damos cuenta que lo extrañamos cada día más y que por más difícil que se vuelva la vida, es Dios que nos acompaña y nos apoya cuando le permitimos actuar en nosotros.

El mundo y sus cosas que parecen importantes pero realmente no lo son, siempre estarán presente haciendo bulla y buscando mi atención, pero callar ese mundo y dejar que Dios hable es la mejor práctica. Darle su espacio y que no lo llene nada temporal es lo que necesito; lo necesito yo, no Él, así que, ¿por qué no hacerlo?


Comments


Contáctanos

Gracias por tu mensaje!

bottom of page