En todo buen negocio, hay un ganar - ganar, un beneficio que obtienen ambas partes participantes. Y el Señor en su infinita misericordia, no va dejar de buscar la manera en que estemos bien y obtengamos cosas buenas de todo lo que sucede en esta vida.
Cómo cristianos sabemos que el pecado es la fuente más grande de males. Ya sea un pecado pequeño o un pecado mortal, siempre hay un daño resultante, y no siempre se puede borrar tan fácilmente, o siquiera olvidar.
Todo pecado tiene un reparo. Ya sea quitar y devolver, sufrir o mortificar. Si orar mucho puede reparar mucho, imagínate lo que puede hacer una vez enfermedad.
Las enfermedades pueden traer tanto dolor, preocupaciones, deudas, etc. pero si juntas todo eso y lo colocas al lado de todo lo que has hecho mal, de todo lo que le has faltado al Señor, te puedo asegurar que esa enfermedad se queda muy corta.
Siempre es necesario entrar en una profunda reflexión cuando una enfermedad aparece en nuestras vidas. Ya sea porque la vivamos nosotros o la viva un ser querido, las enfermedades son regalos del Señor que ayudan a que la carga de males que traes a cuestas, baje considerablemente.
Las enfermedades nos llaman a muchas cosas:
Reflexiones
Oración (solos y en familia)
Mejor cuidas de los bienes terrenos
Unidad familiar y con amigos
Ofrecimiento por pecados (personales y colectivos)
Fortaleza espiritual
Mejor visión de las cosas y las personas
La próxima vez que te encontrés con una enfermedad, hace todo lo que tengas que hacer - por supuesto; utiliza todos los recursos para obtener calidad de vida, pero no olvides entrar en la presencia de Dios y hablar. Ofrece, sufrí, mortificate, y no lo veas como algo malo sino como algo difícil que debe pasar por tu bien, por el bien de tu alma, que es mejor que suceda aquí y no en el purgatorio.
Claro que es un buen negocio: a vos te resta culpa y el Señor tendrá que esperar menos para estar con vos. Ambos ganan 😊
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