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Nuevo Año, Nuevo Yo

Foto del escritor: KarenCKarenC

Como buenos cristianos, sabemos que nuestro año comienza ya, primer domingo de Adviento: tiempo de preparación en la vida interior y exterior.


Preparamos el alma y preparamos el cuerpo, preparamos nuestro camino a la santidad pero también los lugares y situaciones que nos rodean. Todo lo que hemos aprendido este año 2023 nos debe ayudar a poder desarrollar mejor los dones que nos ha dado el Señor, ponerlos al servicio de los demás, pero también que nos hagan mejor miembros de la sociedad en la que vivimos. Con seguridad podemos decir que el Señor ha sido bueno y nos ha regalado más de lo que podemos pensar. Agradezcamos poniendo en práctica las enseñanzas y sumando más al reino que nos espera.


Sin lugar a dudas, no podemos ser exitosos si enfrascamos nuestros esfuerzos únicamente en nuestras ideas. Que nunca falte en nuestras meditaciones buscar cuál es la voluntad del Señor. En este tiempo nos enfocamos siempre en trabajar el desprendimiento, en compartir con el necesitado, con el que no tiene; tratamos de trabajar la introspección pero también el qué vamos a vestir o qué vamos a comprar. Este año, hagamos algo diferente.


La voluntad de Dios va más allá de cumplir sacramentos y preceptos, es mucho más que cumplir con los deberes ordinarios del día a día. La voluntad de Dios trasciende todo el ser y busca cada detalle del hombre para manifestar su gloria, pero mucho depende la docilidad con la que recibamos esa santa y hermosa voluntad.


Nuestro espíritu debe estar siempre alerta y preparado para lo que Dios llama. Los sentidos deben estar siempre atentos a percibir los mensajes de Dios y entender que es Él el que toca la puerta y da instrucciones. Pues no sirve de nada que tengamos todos los medios disponibles, todo el soporte preparado - tanto espiritual como material - si nuestra voluntad está dormida y el esfuerzo congelado.


¿Qué nos pide el Señor? ¿Cómo saberlo? Realmente deseamos conocer sus deseos en nuestra vida o nos da temor que puede pedir? Cada uno estamos llamados a ser imágenes de Dios imitando a Jesús, pero cada quien sabrá cuáles son sus debilidades. ¿Qué me impide ser como Jesús? ¿Qué no estoy viendo en mi? ¿Tendré ídolos por encima de Dios?

Atentos en este nuevo caminar, porque no se sabe el día ni la hora. Atentos a ir más allá para conocer los designios del Dios vivo y eterno que se manifiesta en nuestras vidas en cada toque de su amor, en cada milagro, en cada gota de lluvia, en cada Eucaristía. ¿Qué quieres Señor? Aquí estoy. Habla, que tu siervo escucha.


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