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Proyección de Dios

Foto del escritor: KarenCKarenC

Tener a Dios presente en todo momento también implica reflejarlo en nuestro diario vivir; y la mayor parte de nuestro tiempo es consumido en el trabajo.


San Pablo nos dice “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor”. Y me retumba mucho la frase “para nadie en este mundo”. Es momento de reflexión: ¿Para quién trabajo? ¿Trabajo para que me miren los demás, para que vean lo hermosa que soy, o para que vean lo hermoso que es Jesús?


Es necesario que en todo momento y en cada acción de mi proceso, vaya el sello de Jesús y el objetivo en la mente: “lo estoy haciendo para Jesús”. Hay trabajos en los que las cosas de Dios no son relevantes para el proceso, es decir, no aporta valor a mis responsabilidades el hecho que yo pueda escribir, o hablar debidamente, o dibujar algo de Dios, como ser una ingeniería o la astronomía. Pero hay trabajos donde sí existe la oportunidad de escoger lo que se desea compartir.


Yo manejo la calidad de los productos en la produccion, pero hay personas que son mercadologas y pueden escoger qué vender. Hay personas que están salvando vidas en un quirófano, pero hay personas que tienen su propio proyecto, donde son dueños del mensaje que se quiere compartir. Definitivamente Dios nos coloca a cada uno en puntos estratégicos para poder mostrarlo a Él y llevar su luz a esos lugares donde no se menciona en ningún momento el nombre de Jesús; pero también le da oportunidades a otros de realmente poder modelarlo y mencionarlo de manera directa.

Las personas que estudian Pedagogía pueden escoger enseñar Doctrina en un colegio catolico en vez de clases de Matemáticas. Las modelos de maquillaje pueden decir en sus post: “la salud es vital para mantener el Templo del Espíritu Santo” y transmitirle a las personas que primero está Dios antes que la vanidad. Y así podemos integrar a Dios en nuestras labores diarias, pero lo importante es encontrar la manera de siempre llevarlo a los demás, pues nuestra principal labor como cristianos - fuera de todas nuestras actividades terrenas - es llevar almas a Dios.


Cuánto peligro podemos pasar si nos dejamos a nosotros únicamente como centro de nuestras actividades. Cuanto puede llegar a subir el ego si lo que queremos reflejar en primer lugar es la belleza del cuerpo, la clase de bienes que tenemos, las oportunidades que se nos presentan, y por último, expresar que quien nos da todo es el Señor.


Tan crítico es el trabajo público como el trabajo encerrado en una oficina, ya que en toda situación, siempre existe la decisión de mencionar o no a Dios, de reflejar o no sus dones, de entender y hacer entender a los demás que por quien tenemos todo es por Dios y no por nuestro propio esfuerzo. ¿Qué sería de nosotros si solo quisiéramos vivir bien pero no se presentaran las circunstancias de tener y vivir? Porque, por si lo has olvidado, hay personas que ni siquiera pueden escribir, más pueden llegar a tener más fe que un poeta exitoso.


Es necesario traer a la mesa que tan fieles seríamos a Dios si todo lo que Él nos ha dado se nos es arrebatado. Porque hoy puedes tenerlo todo, pero mañana puedes perderlo todo. Y si nunca tuviste a Dios como centro de tu vida, cómo podrías decir: “Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor?”


Si tuvieras a Cristo crucificado en tu mente y corazón todo el tiempo, y entendieras el trabajo que Él escogió por amor a la humanidad, ¿cuál sería el resultado de tu trabajo? ¿Te quedarías rondando por el terreno o quisiera reflejar lo celestial?


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