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Todos Somos Doctores

Foto del escritor: KarenCKarenC

Ver demasiado Grey’s Anatomy me ha enseñado los niveles en el que un doctor se va desarrollando: internista, residente, especialista, chief. Se puede ver como un doctor que comienza su carrera y que nunca ha operado o que nunca ha tratado con un familiar asustado, es siempre nervioso, nervioso porque aunque sepa mucho en su cabeza, le falta práctica; nervioso pero curioso y deseoso de aprender.


Pero ya cuando ese medico entusiasta y muchas veces imprudente se vuelve residente, puede verse una calma clara, no tanto como un especialista, pero va avanzando en los niveles. Conoce más, sabe tratar mejor a sus pacientes y sus familiares, restaura órganos, salva vidas.


Ya un especialista tiene una tranquilidad total. Sin dejar de estudiar en todo su proceso, puede encargarse exactamente de un área del cuerpo y brillar en la guerra contras las enfermedades y accidentes. Se vuelve un maestro de nuevos internos y residentes, les enseña a avanzar, a hacer las cosas de mejor manea; los desarrolla no para que sean una copia de él, sino para que hagan las cosas a su manera lo mejor posible. Cada uno tiene su vocación, su especialidad, para lo que son buenos, y ahí es donde ayudan a los cuerpos.

Sin embargo, aunque sepan mucho y tengan libros enteros grabados en la cabeza, los pacientes se mejoran en el tiempo de Dios, o mueren si es la voluntad de Dios, y es necesario que un doctor tenga presente la voluntad de Dios primero antes que su deseo ciego de que los pacientes vivan sin importar nada.


¿No somos los cristianos doctores de almas? ¿No pasamos de internos en los conocimientos de Dios y la Sagrada Escritura a ser residentes del Catecismo y el Derecho Canónico? Y luego cuando sabemos cómo vamos a servir al Señor (matrimonio, orden sacerdotal, misiones, catequesis, monaguillo) ¿No nos convertimos en especialistas? Somos llamados a ser un bisturí de Dios, a ser instrumentos para la salvación de las almas; y como todo buen doctor, es indispensable nunca dejar de estudiar las cosas de Dios para poder servir mejor. Mantener la calma ante un alma asustada que no reconoce el favor del Señor es altamente necesario, tener ese entusiasmo pero también prudencia, y aceptar siempre la voluntad de nuestro chief: Jesús.

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