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Verdaderas Intenciones

Foto del escritor: KarenCKarenC

En el numeral 224 de Evangelii Gaudium, el papa Francisco habla del desarrollo humano por encima de los objetivos políticos: “quienes son los que en el mundo actual se preocupan realmente por generar procesos que construyan pueblos más que por obtener resultados inmediatos que producen un rédito político fácil, rápido y efímero, pero que no construyen la plenitud humana”. Esta idea va más allá de un ideal político, es una cuestión que se da en cualquier circunstancia y es algo que se debe analizar en cada actividad: ¿con que objetivo hago las cosas?


Se da con el Señor. Mi objetivo es buscar a Dios, entregarme a Dios, hacer su voluntad. Voy a la iglesia porque es un deber y porque es un mandato, pero voy con la finalidad de tener un encuentro con Dios y porque debo servirlo. Pero, ¿Busco servirle para que me miren? ¿Deseo ser una figura pública que obtiene atención en vez de realmente ser servidor de Dios y el prójimo? ¿Trato a las personas de pecadores y yo me hago ver perfecta porque voy a la iglesia y sirvo?


Se da en casa. Mi objetivo como esposa y como madre es entregarme totalmente a mi familia. A mi esposo debo entregarme en cuerpo y alma ya que somos uno solo, y mi deber es amarlo (si, deber), ser suya, vivir para él, para su bienestar; o sea que ya no soy “yo” el objetivo de mi felicidad, es mi esposo. Es a él a quien debo buscar hacer feliz, cuidar, proteger, darle todo lo que necesita; las cosas ya no van direccionadas a mi persona sino a mi ser amado. De igual manera es con mi hijo, me entrego a su crecimiento, a su crianza, a que se convierta en un hombre de bien, entregado a Dios y a amar a los hombres. Pero, ¿Realmente es así? O ¿Estoy casada para que mi esposo me provea una vida de lujos y para que el me haga feliz a mí y no yo a él? ¿Tuve a mi hijo para que luego fuera mi soporte y por obligación el me sustente mi vida? ¿Es mi hijo una inversión a largo plazo en vez de un acto de amor desinteresado?


Se da en el trabajo. Mi objetivo es satisfacer al cliente en sus requerimientos, ser un soporte para los empleados que están bajo mi cargo y proveer a mi familia. Pero, ¿Realmente hago cada actividad con miras a que mi cliente este satisfecho o busco aprovecharme de su capital para salir ganando haciendo un mal trabajo que le genera pérdidas? ¿Corrijo los errores de manera correcta o únicamente para que no me culpen? ¿Apoyo a mis empleados poniéndolos primero o solo busco que ellos hagan todo y yo solo cuestiono? ¿Utilizo mi sueldo de manera debida o lo tomo para cosas personales haciendo padecer necesidades a mi familia?


Todo tiene un fin propio el cual ha sido indicado por el Señor. Es necesario reflexionar con que intensión hago mis deberes y cuál es el resultado que estoy obteniendo. Al final, la dirección de Dios siempre será con un objetivo determinado: Amar. Todo por amor.

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