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Uno de los más grandes regalos que el Señor me ha dado han sido los amigos. Todos tienen una o varias características que los hace únicos y valiosos; sin embargo, ,el común denominador de todos mis amigos es la honestidad. Jamás podría confiarle mi vida a una persona que se esconde detrás de una mentira, de un espejismo, de la hipocresía. Y esa gran virtud yace mucho más en una de mis amigas: Mindy.
Podría decir con plena afirmación que Mindy es mi mejor amiga de una manera que solo una amiga puede ser (y no mi esposo por ejemplo); Mindy es mi alma gemela, y si, muchos dirán: “no es el alma gemela el esposo?” En realidad yo no lo veo así porque de ser el esposo, tendría absolutamente todo en común y ya no habría un equilibrio, el cual es esencial para el matrimonio. No, un alma gemela siempre es un amigo, y para mí, es Mindy.
Mindy es de nacionalidad estadunidense pero tiene alma latina. Se enamoro de Honduras al venir en una misión de la Iglesia a las 15 años, y dejo de desear vivir aquí por un largo periodo de tiempo. El sueño se le cumplió a través del trabajo y ahí la conocí; empecé a ver en ella todo lo que teníamos en común y el hecho que compartíamos muchos conocimiento a pesar de la diferencia de culturas. Es la pelirroja más alegre que conozco; responsable, trabajadora, prudente, brillante y no es católica. Mi alma descansa en el Señor, en mi esposo y el aroma de mi hijo, pero Mindy es nube que abraza mis miedos y no juzga mi posición. Me da paz, siempre entiende y es capaz de bajar a la miseria más honda con la humildad más grande para rescatar un corazón perdido y sombrío.
Mi amiga Mindy me ha hecho ver otros rostros hermosos de Jesús y me ha abrazado con la ternura de Dios. Su sabiduría y elocuencia me hecho caminar con un paso más firme en mi camino de santidad. Ella refleja al Señor sin ser parte de mi gremio, tiene muchas características del Señor y no sigue lo mismo que yo sigo. Ella es una maestra si querer serlo, y el que es abierto a las ideas y a las personas, aprende mucho de ella.
Todas las personas – asiáticas, judías, musulmanas, ateas, irlandesas, indias, bisexuales, travestis, negros, enfermos, pobres – tienen algo bueno que aportar sin importar sus creencias. Todo aporte positivo que tenga características de Jesús (aunque ellos no sepan que Jesús es así) es algo para atesorar y aprovechar, pues al final, la pregunta será: “¿qué tanto te pareciste a Mi…?”
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